La persistencia del vacio. Karina Vadragova

 

 

Rafa de Corral es uno de los pintores que han captado la propia esencia del dibujo objetivo, un pequeño gran secreto que tal vez conocen muchos pero solo algunos pocos saben aprovechar. No se trata de mimetizar lo visible, perpetrar sus contornos, marcar el volumen por medio de luz y sombra, imitar texturas y superficies ni de trazar correctamente la perspectiva. Esto es solo la técnica, el oficio del dibujante. La tarea es más compleja, es la de reconstruir  la estructura y el carácter intrínsecos de las cosas dentro de un nuevo sistema de códigos visuales, la obra de arte, y hacerla funcionar.

Aquí, el artista está disfrutando con este juego intelectual que puede llegar a ser el dibujo, deleitándose con los trampantojos de la perspectiva, la reinventa, la pone a su servicio, sabiendo que cualquier mundo es ficticio o soñado antes por alguien. De allí es esta sensación del espectador de tener múltiples perspectivas y puntos de vista. A partir de un boceto, de un mapa mental, crea la forma y luego la introduce en el espacio pictórico imaginario, la hace convivir e interactuar con la pintura, la luz, el color, con estos cielos y horizontes infinitos. Aquí, la geometría, que creemos racional, objetiva, indiferente a nuestros juicios y emociones, conlleva inesperadamente misterio, dramatismo, tensión.

 

Expansion / Mixta sobre tabla/ 20 x 80 cm

 

Enigmáticas estructuras que parecen edificarse al mismo tiempo que la mirada del espectador se desliza por el cuadro. ¿Qué son? Depende de nosotros. Una extraña reencarnación de las pirámides egipcias. Un laberinto inacabado, en el que te pierdes porque no encuentras su origen. Un lugar imposible que parece más real que nuestra rutinaria realidad. Si miras un rato mas, te metes adentro y no sabes si, al cruzar el límite, vas a encontrar el lúdico país de las maravillas, la paradoja del otro lado del espejo o “la zona” de Stalker de Tarkovski. Se intuye un engaño, una trampa indetectable, pero el deseo de entrar es más fuerte.

Frías y distantes, pulcras e inalterables son las obras de tonalidades grises-azules. Y cálidas, humanas, vulnerables al paso del tiempo, envejeciendo y oxidándose bajo nuestra mirada, las rojas y ocres. Dice Rafa que su obra está entre la figuración y la abstracción, pero hasta su realismo es otro, es mágico, onírico, psicodélico, pero también racional, el más extraño e irreal de todos ellos. Y así el vacío ya no nos pesa tanto.

Karina Vagradova